
Desconvocar el castigo
justificado en mi propia ira
para no pactar con la Locura.
Rehabilitar el alma,
humanizando la brisa etérea y terrena.
Despertar del aletargado estado
de la mentira y la deuda.
Rendirse a la guerra
que sane mis consignas heridas y,
rodearme de caricias
que sumen el niño roto
al adulto que me sobreviene.
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